sábado, 28 de septiembre de 2019

Locos por Grecia. Día 5: Adiós, Atenas, adiós. 17 de abril de 2019

     A las 8 nos levantamos y desayunamos por última vez en el Novotel. Dejamos las maletas en el guardarropa y salimos a despedirnos de Atenas. Toca devolver el coche de alquiler y conduciendo desdel el hotel a la calle Andrea Siggrou constatamos en nuestra propia piel el caos circulatorio de Atenas y los temidos atascos cotidianos.


     Vamos caminando desde Andrea Siggrou hasta el Estadio Panatinaikós o Kallimármaro (Abajo, foto número 1). El estadio original fue construido en el siglo IV a. C. para los Juegos Panatenaicos. Durante muchos siglos dejó de utilizarse hasta que, a instancias del Barón de Coubertin, se fundó el COI (Comité Olímpico Internacional) y se organizaron los primeros juegos olímpicos de la era moderna, precisamente en Atenas, en 1896, para lo que estas instalaciones fueron recubiertas de rico mármol pentélico. Más de cien años después, lucen un aspecto magnífico. La última vez que las vimos fue en 2002, justo en el momento en que habían sido remozadas para los juegos olímpicos de Atenas de 2004 (en este mismo estadio se celebraron las ruebas de tiro con arco y la final del maratón). Han pasado 17 años, con lo que hacemos el pacto de volver por Atenas allá por el año 2036, es decir, dentro de otros 17 años.
     Desde allí, recorremos la calle Leóforos Vassilissis Olgas hasta el barrio de Plaka y de ahí a la entrada de la Acrópolis, para girar en sentido opuesto al del primer día, alejándonos en lugar de aproximarnos. Nuestro objetivo es disfrutar de las vistas del Partenón (fotos número 2 y 4), según subimos la colina de Filopapos, hasta llegar al punto más alto, donde encontramos el monumento al cónsul romano del mismo nombre (foto número 3), erigido en mármol el siglo II d. C. Merece la pena reservar media hora para recorrer lo alto de la colina, y explorar las vistas hasta ahora desconocidas de la ciudad, como el entramado de calles que llevan hasta la zona del puerto del Pireo. Durante el descenso pasamos por los restos de la construcción que se considera la prisión de Sócrates (foto número 5), y aunque existen serias dudas sobre la autenticidad de tal atribución, resulta emocionante imaginar los últimos momentos de un hombre que prefirió morir de forma acorde con sus principios a renunciar a ellos por salvar su vida.

     Tras el descenso, atravesamos el antiguo Foro romano hasta llegar al estiloso barrio de Psiri. Nos hemos ganado un descanso para comer estupendamente en el restaurante italiano Il Barretto. Volvemos al hotel caminando bajo un aguacero y recogemos las maletas, antes de poner rumbo al aeropuerto. Esta es la ruta a pie que hicimos a lo largo del día:

          Elegimos ir en transporte público, concretamente en metro, lo que resultó ser una mala idea, porque unos cuantos minutos después sufrimos un robo. Nos subimos en la Plaza Omónia y teníamos que hacer transbordo en Monastiraki. Viajábamos cuatro personas, dos adultos y dos niñas, con las maletas de cabina; en un momento dado, mi mujer le dio su mochila a nuestra hija pequeña, que insistía en ayudar a su madre y descargarla de peso. Fue otro error. Debían ser tres o cuatro chicos jóvenes, en el mismo vagón que nosotros. Mi hija mayor se dio cuenta de que habían intentado abrirle la mochila. En ese momento, nos reagrupamos y nos protegimos de ellos, pensando que no podrían intentarlo otra vez. Pero cuando el tren llegó a la estación se bajaron muy rápido y casi corriendo. Nosotros comprobamos nuestras pertenencias y descubrimos que la mochila que llevaba la niña estaba abierta y faltaba la cartera de mi mujer, con los documentos de identidad, algo de dinero y diferentes tarjetas, bancarias y de otros tipos. Hablamos con un par de agentes de policía en las estación de Monastiraki y de ahí, con muy mal sabor de boca, al aeropuerto. Nuestra despedida de Atenas fue, de este modo, triste y desagradable. No tuvimos problema para embarcar, porque siempre viajamos con doble documentación: dni y pasaporte (algo que aconsejamos vivamente y que, en esta ocasión, fue providencial).

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