Tomamos un taxi a Monastiraki a las 10 y nuestro primer objetivo es acercarnos a la Atenas romana. A continuación, pateamos el centro de la ciudad, dedicando tiempo especial a la calles comerciales de Pandrossou, Adrianou, para recorrer la calle Ermou (desde Monastiraki), deteniéndonos en el número 55, donde se encuentra la coqueta iglesia Panaghía Kapnikarea. Terminamos nuestro recorrido por esta calle en la impresionante catedral Megála Mitrópolis.
Junto a ella, la Mikrí Mitrópolis, una pequeñita iglesia a la vera de la catedral, con una interesante historia que contar, que puedes seguir en el siguiente enlace.
Después, llegamos al Mercado de Atenas (Ágora Kendrikí), con su mezcla indefinible de olores y colores, donde hallamos una nave dedicada al pescado y otra a la carne, y entre medias puestos antiguos de latoneros, ferretería y especias.
Huyendo de la lluvia, entramos en un establecimiento de la cadena de hamburguesas Goody's. Y justo antes de que caiga el chaparrón que el parte meteorológico había pronosticado llegamos secos al Museo Arqueológico Nacional. Sin duda, uno de los mejores tesoros de Atenas, en el que tenemos pensado pasar toda la tarde. Las entradas de dos adultos cuestan 20€, los menores no pagan.
Por la noche, de vuelta en el hotel, mientras nos secamos los pies mojados por la lluvia y entramos en calor somos testigos a través de una pantalla de televisión de una desgracia para todo aficionado al arte, a la arquitectura, a la belleza y al turismo: Arde Nôtre Dame de París.
¡Qué lástima sentimos al ver aquellas imágenes! Es muy especial la relación que nos une con París y con Nôtre Dame. En 2014 fue la última vez que la visitamos (esta vez con mis hijas, para tratar de inculcarles nuestro cariño a la ciudad). Pero antes la habíamos visitado en 2008 mi mujer y yo. Aún antes la había visitado en el Viaje de Paso del Ecuador de la carrera, en 1995. Y antes aún, en el verano de 1991, cuando siendo estudiante de instituto, participé en un "stage en France" en la ciudad de Blois, durante el mismo verano en que Miguel Indurain ganó su primer Tour de France, dejando boquiabierta a la afición gala. Han sido, por lo tanto, tres décadas de cariño ininterrumpido. "Au revoir, ma belle Dame. Je te regretterai".
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