Próxima la conmemoración de las fiestas del 2 de mayo de la Comunidad de
Madrid, este año con un sabor local tan acusado (ante la situación de cierre
perimetral que vive la Comunidad donde vivimos y la imposibilidad de hacer
turismo fuera de la Comunidad), vamos a proponer un viaje al pasado para
retrotraernos al hecho histórico que dio lugar a la efeméride. En la foto,
tomada de eldiario.es aparecen los rostros de los héroes del 2 de mayo, Daoíz y
Velarde, convenientemente cubiertos por mascarilla.
Somos Malasaña (eldiario.es) |
Por
otro lado, como relato de los hechos más ilustración pictórica
inmejorable (con cuadros de Goya, Sorolla, Dumont) de lo que fue ese día
recomendamos la web del Museo del Prado, en su sección Educación/Aprende:
Itinerario: 2 y 3 de mayo de 1808
Como se deduce de la consulta de todo lo anterior, la acción comenzó en la mañana del 2 de mayo en la plaza de Oriente. El traslado de los últimos miembros de la familia real a Bayona por orden de Napoleón solivianta a los madrileños que se enzarzan con los soldados franceses apostados junto al Palacio Real. Se producen las primeras muertes.
A partir de este momento, nuestro guía será el escritor Benito Pérez Galdós (1843-1920), canario de nacimiento, madrileño de adopción, quien cuenta en la novela El 19 de marzo y el 2 de mayo, perteneciente a la primera serie de Los episodios nacionales el inicio de la revuelta con estas palabras:
"La
calle Mayor y las contiguas ofrecían el aspecto de un hervidero de rabia
imposible de describir por medio del lenguaje. El que no lo vio, renuncie a
tener idea de semejante levantamiento. Después me dijeron que entre 9 y 11
todas las calles de Madrid presentaban el mismo aspecto; habíase propagado la
insurrección como se propaga la llama en el bosque seco azotado por impetuosos
vientos.
En el Pretil
de los Consejos, por San Justo y por la plazuela de la Villa, la irrupción de
gente armada viniendo de los barrios bajos era considerable; mas por donde vi
aparecer después mayor número de hombres y mujeres, y hasta enjambres de chicos
y algunos viejos fue por la plaza Mayor y los portales llamados de Bringas.
Hacia la esquina de la calle de Milaneses, frente a la Cava de San Miguel,
presencié el primer choque del pueblo con los invasores, porque habiendo
aparecido como una veintena de franceses que acudían a incorporarse a sus
regimientos, fueron atacados de improviso por una cuadrilla de mujeres ayudadas
por media docena de hombres. Aquella lucha no se parecía a ninguna peripecia de
los combates ordinarios, pues consistía en reunirse súbitamente envolviéndose y
atacándose sin reparar en el número ni en la fuerza del contrario [...].
Llegar los cuerpos de ejército a la Puerta del Sol y comenzar el ataque, fueron sucesos ocurridos en un mismo instante. Yo creo que los franceses, a pesar de su superioridad numérica y material, estaban más aturdidos que los españoles; así es que en vez de comenzar poniendo en juego la caballería, hicieron uso de la metralla desde los primeros momentos. La lucha, mejor dicho, la carnicería era espantosa en la Puerta del Sol. Cuando cesó el fuego y comenzaron a funcionar los caballos, la guardia polaca llamada noble, y los famosos mamelucos cayeron a sablazos sobre el pueblo, siendo los ocupadores de la calle Mayor los que alcanzamos la peor parte, porque por uno y otro flanco nos atacaban los feroces jinetes."
https://www.museodelprado.es/recurso/2-y-3-de-mayo-de-1808/37deee43-09d5-4570-9769-b2148f0549aa |
"¿No veis que va escaseando la gente?¿No veis cómo los barre la metralla?... Mirad aquellas mujeres que con sus brazos despedazados empujan uno de nuestros cañones hasta embocarle en esta calle. Mirad aquel montón de cadáveres del cual sale una mano increpando con terrible gesto a los enemigos. Parece que hasta los muertos hablan, lanzando de sus bocas exclamaciones furiosas[...].
Vamos todos a la calle, a la calle. ¿Oís? Aquí llegan las vociferaciones de los franceses. Su artillería avanza. ¡Ah!, perros: todavía somos suficientes, aunque pocos. ¿Queréis a España, queréis este suelo? ¿Queréis nuestras casas, nuestras iglesias, nuestros reyes, nuestros santos? Pues ahí está, ahí está dentro de esos cañones lo que queréis. Acercaos... ¡Ah! Aquellos hombres que hacían fuego desde la tapia han perecido todos. No importa. Cada muerto no significa más sino que un fusil cambia de mano, porque antes de que pierda el calor de los dedos heridos que lo sueltan, otros lo agarran...
Mirad: el oficial que los manda parece contrariado, mira hacia el interior del parque y se lleva la mano a la cabeza con ademán de desesperación. Es que les faltan balas, les falta metralla. Pero ahora sale el otro con una cesta de piedras... sí... son piedras de chispa. Cargan con ellas, hacen fuego... ¡Oh!, que vengan, que vengan ahora. ¡Miserables! España tiene todavía piedras en sus calles para acabar con vosotros... Pero ¡ay!, los franceses parece que están cerca. Mueren muchos de los nuestros."
En la foto que aparece a continuación, tomada de Wikipedia, se ve el aspecto actual del lugar donde franceses y madrileños libraron la sangrienta batalla del 2 de mayo en el Parque de Artillería de Monteleón. Se puede ver el monumento a los héroes Daoíz y Velarde, de los que se subraya la amistad y el compromiso hasta la muerte por la ciudad de Madrid, ambos bajo el Arco de Monteleón, que es el único resto conservado del Parque de Artillería que ocupaba la plaza el 2 de mayo de 1808.
https://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_del_Dos_de_Mayo |
Tras la derrota de la jornada, Gabriel se escurre de los franceses a duras penas para reencontrarse con Inés y se halla ante la desgracia de que su amada ha sido capturada, junto con el buen padre Celestino. Gabriel los busca con desesperación, primero en el Retiro, pasaje de la novela donde Galdós pinta imágenes escalofriantes, en la misma línea del cuadro de Goya de Los fusilamientos del 2 de mayo, que puede verse más abajo.
“En aquel [patio] yacían por el suelo las
víctimas aún palpitantes, y no lejos de ellas las que esperaban la muerte. Vi que
las ataban codo con codo, obligándolas a ponerse de rodillas, unos de espalda,
otros de frente. Los más extendían los brazos agitándolos al mismo tiempo que
lanzaban imprecaciones y retos a los verdugos; algunos escondían con horror la
cara en el pecho del vecino; otros lloraban; otros pedían la muerte, y vi uno
que rompiendo con fuertes sacudidas las ligaduras, se abalanzó hacia los
granaderos. Ninguna fórmula de juicio, ni tampoco preparación espiritual,
precedían a esta abominación: los granaderos hacían fuego una o dos veces, y
los sacrificados se revolvían en charcos de sangre con espantosa agonía.
Algunos acababan en el acto; pero los más padecían largo martirio antes de expirar, y hubo muchos que heridos por las balas en las extremidades y desangrados, sobrevivieron después de pasar por muertos hasta la mañana del día 3, en que los mismos franceses, reconociendo su mala puntería, les mandaron al hospital. Estos casos no fueron raros, y yo sé de dos o tres a quienes cupo la suerte de vivir después de pasar por los horrores de una ejecución sangrienta.”
https://www.museodelprado.es/recurso/2-y-3-de-mayo-de-1808/37deee43-09d5-4570-9769-b2148f0549aa |
Finalmente, Gabriel da con Inés, presa en la huerta de Príncipe Pío. La ejecución de Inés y Celestino parece inminente y Gabriel decide sacrificar su vida para unirse a ellos y se hace detener. En el último momento Inés es liberada de una muerte cierta y Gabriel queda pendiente de ejecución. Aquí acaba la tercera novela de la primera serie de los Episodios Nacionales, la titulada El 19 de marzo y el dos de mayo, continuadora de Trafalgar, y de La Corte de Carlos IV.
Desde este momento, reconstruimos los pasos de nuestro héroe,
Gabriel de Araceli, a través del libro de Francisco Rodríguez
Batllori, Historia y novela en
los Episodios Nacionales, publicado en 1983. Por él, sabemos que, tras ser fusilado, unas
mujeres lo recogen, moribundo, de entre los cadáveres y lo llevan hasta su casa
donde le curan las heridas. Restablecido, conoce que Inés se encuentra a salvo,
con la condesa Amaranta, quien la ha recibido como hija. En el viaje de Gabriel
a Cádiz se cuenta el avance de las tropas francesas desde el centro a Andalucía
y su derrota en Bailén.
Más adelante, la Batalla de Arapiles supone la derrota final de los franceses y los méritos que ha contraído Gabriel en el campo de batalla le suponen el nombramiento de general. La condesa de Amaranta acepta finalmente las pretensiones de Gabriel sobre Inés y pueden cumplir los amantes sus expectativas de vivir su historia de amor.
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