lunes, 8 de abril de 2024

Historia de la antigua Roma 5

Comenzamos el post de hoy con una de las esculturas más impresionantes de los Museos Capitalinos, el "Gálata morente" o Galo moribundo. La razón es que por en este nuestro acercamiento a la historia antigua de Roma llegamos a los galos, que serán un enemigo constante a partir de ahora, como hasta ahora lo habían sido los sabinos, los volscos, o los veyentinos. Se trata de una imagen de extraordinaria belleza, acerca de la cual podemos ampliar la información en el siguiente enlace:

Gálata Moribundo | Antigua Obra Maestra Romana (lasesculturas.com)

 

 Fotografía propia

Entre los capítulos 49 y 50 del pódcast de Ibán Martín se cuenta que, en una época como esta, la de la confrontación con los galos en el mismo corazón de Roma, existía una necesidad imperiosa de héroes que hicieran albergar esperanzas. Marco Manlio, apodado Capitolino por capitanear la resistencia romana desde la colina del Capitolio contra el asedio de los galos, alcanzó su fama cuando, según la leyenda, despertó con los graznidos y revuelo de los gansos, y repeliendo la entrada de los primeros galos que trepaban por las rocas hacia la ciudadela y dando a la vez la voz de alarma para despertar a los romanos, terminó por vencer en la escaramuza y librar al último reducto romano de la aniquilación total por parte de los galos. Se enfrentó al famoso Marco Furio Camillo cuando este era tribuno consular con poderes militares, poniéndose al servicio de la plebe para que nadie fuera encarcelado y esclavizado por sus deudas. Incluso vendió su patrimonio. Esto hizo sonar las alarmas entre los patricios. Le acusaron de querer devolver a Roma a la tiranía y ser nombrado monarca. La historia acaba mal como otros precedentes: Espurio Casio (que prometió tierras a la plebe) y Espurio Melio (que intervino para proporcionar grano barato a la plebe). En los tres casos el delito del que se les acusaba era “adfectatio regni” y se consideraba que habían aspirado a la tiranía y a traer de vuelta la monarquía a Roma. En realidad, poco importaba si el delito era cierto o no, los patricios miraban con recelo a todo aquel que se convertía en héroe de la plebe exigiendo reformas sociales.

Del año 367 a. C. son las leyes Licinias-Sextias, que venían de toda la tensión social y reivindicaciones de la plebe que se venían produciendo desde hace décadas, fructifican en los siguientes acuerdos: limitación a la acumulación de tierras, limitación de los intereses máximos sobre los préstamos (contra la usura), flexibilización del acceso de la plebe a los cargos públicos (uno de los dos cónsules nombrados anualmente ha de ser plebeyo). Marco Furio Camilo era dictador en esta crisis (este personaje ya nos ha salido antes) y prometió edificar un templo consagrado a la diosa Concordia si se solucionaba el conflicto que enfrentaba a buena parte de la sociedad. Si es verdad, y si es la misma persona, este noble dominó la escena política romana durante más de 30 años. Finalmente, se nombraron cónsules  en el 366 a. C. Lucio Emilio Mamercino y Lucio Sextio Lateral, que fue el primer tribuno de la plebe que obtuvo la máxima magistratura, la de cónsul. También se edificó un templo a la Concordia que, según su orientación, miraba hacia el Foro romano.

Cayo Manlio, Cicerón, serían ejemplo de este “homo novus”, que llega a la élite social no por su nacimiento en una familia de patricios, sino por el poder que conlleva el dinero. Es el reconocimiento del poder de un hombre que ha llegado a lo más alto, no por nacimiento, sino por su capacidad económica.

De esta época son las leyes Licinia-Sextias, también de este año es el primer consulado de un tribuno de la plebe, Sextio. Como contrapartida, los patricios bloquearon ese año todas las decisiones, porque el cónsul para ellos era un impostor, alguien que no tenía derecho a estar en el cargo por su origen plebeyo. Recordemos que de esta época son también magistraturas nuevas como la de pretor. Y, de forma muy somera, se recuerda una revuelta contra un dictador, que quiso perpetuarse en el cargo y hacer levas para ir a la guerra (aunque  no le correspondía a él esa decisión).  También surge un nuevo héroe, Tito Manlio, apodado Torcuato, que significa “que lleva un collar colgado del cuello”, porque se lo arrebata a un galo de tremenda fortaleza física a quien había matado en combate singular.

En el año siguiente muere Marco Furio Camilo, un habitual en las esferas de poder romano de las últimas 3 o 4 décadas. Entre los tesoros de los Museos Capitolinos se encuentra un bronce con el nombre de Camillo. Posee una singular belleza y un estudio anatómico notable, pero la imagen no cuadra con la que esperaríamos de un cónsul o un dictador, no parece un héroe de guerra. Dudamos de que sea la misma persona, pudo ser la encarnación de su hijo, Lucio Furio Camillo. Por su interés, lo reproducimos aquí. 

 

 Fotografía propia

Historia de la antigua Roma 5

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