martes, 3 de septiembre de 2019

Locos por Grecia. Día 2: Áegina y Monte Lycabeto de Atenas. 14 de abril de 2019

    
     Cogemos el metro en dirección al puerto del Pireo. Nuestra idea es hacer una excursión de un día a alguna de las islas más cercanas a Atenas: Salamina, Áegina, Poros, Hidra, Spétses o Citera, conocidas como Islas Argo-Sarónicas. Podéis optar por alguna de las múltiples agencias que realizan viajes organizados, que incluyen la visita en el mismo día a 2 o incluso 3 islas, con la comodidad de que ofrecen recogida en el hotel. Esta excursión tiene un coste aproximado de 100€ por persona.
     Si deseáis ir por libre, se puede comprar el ticket para un viaje de ida y vuelta en el día, o con vuelta en alguno de los días sucesivos si vuestra idea es hacer noche en alguna de las islas o en varias. El puerto del Pireo es casi una ciudad en sí mismo y ofrece posibilidades de viaje sin fin (en embarcaciones más suntuosas, tipo crucero; otras medianas, más pequeñas, tipo autobús por mar; con coche, sin coche). 
Si queréis aseguraros billete, es mejor comprar con antelación por Internet. Las dos compañías más importantes son Hellenic Seaways o Aegean Speed Lines. Cuando llegamos, no había tickets para Hidra, que era nuestra primera opción. Así que decidimos comprar para Áegina. Viajamos con Aegean en el Flying Dolphin 5, una barcaza rápida y experimentada que nos depositó en el puerto de Áegina en 50 minutos, por unos 30€ por persona. Para conseguir la mayor información disponible sobre Áegina, os aconsejamos echar un vistazo al siguiente enlace de la web Greciavacaciones, y también en Helenizarte, además de abundante información, encontraréis un vídeo grabado desde un dron de los encantos más sobresalientes de la isla.
      Aquí os avanzamos que, según su origen mitológico, el nombre de Áigina o Égina viene de la ninfa homónima, una de las 20 hijas del dios-río Asopo, a la cual Zeus, profundamente enamorado, tomando forma de águila raptó y se llevó por los aires hasta depositarla en la isla de la que nos ocupamos, cuyo nombre anterior era Enone. Desesperado, Asopo buscó a su hija sin descanso hasta llegar a Corinto. Entonces, Zeus, temeroso de que se descubriera su autoría, lanzó un rayo que devolvió el río a su cauce habitual. El hijo nacido de Zeus y de Égina se llamó Éaco y fue un rey justo de la isla de Égina, respetado por sus habitantes y querido por los dioses. Casó con Endeis y tuvieron como hijos a Peleo y Telamón, que en el futuro serían a su vez padres de los fabulosos guerreros Aquiles y Áyax, respectivamente. También se cuenta que Hera, que odiaba la isla con el nombre de su rival, envió allí una plaga terrible que acabó con la vida humana. Éaco lloraba sin consuelo a su padre Zeus, quien se apiadó de él y transformó las hormigas (mirmídes, en griego) de la isla en hombres, con la que fue repoblada. Éaco no podía reprimir su alegría. Desde entonces, se conoce a la isla como el país de los mirmidones, según cuenta el poeta latino Ovidio en su obra Las metamorfosis y recoge la web Mitos y leyendas. 

     Gozó Égina de algunos periodos de esplendor, entre ellos el que llevó a la construcción del templo de Afaia, poco después del año 500 a. C., y uno de los objetivos principales de la visita a la isla. Se trata de uno de los templos dóricos mejor conservados de Grecia (similar, aunque más pequeño, al templo dedicado a Zeus en Olimpia) que se encuentra en el extremo meridional de la isla, a algunos kilómetros del puerto. Para llegar hasta él es conveniente tomar un taxi o un autobús. Otro de los atractivos de la isla es la iglesia y  monasterio de San Nectarios. Está a 6 kms del pueblo, con lo que deberéis prever un medio de transporte (bus, taxi, bicicleta...) o reservar el tiempo necesario para llegar a pie.
     Al llegar a puerto, lo primero que descubrimos es que... Áegina es el primer productor mundial de pistachos. Los puestos donde los venden se multiplican ante la vista de los viajeros que acaban de desembarcar. En el mismo puerto, podéis acercaros a la iglesia diminuta de Agios Nikoláos, encantadora y de un blanco inmaculado. Después, callejeamos por las calles cercanas al puerto hasta la hora de la comida y visitamos la Torre de Markello. Construida a principios del siglo XIX, por Spyros Markellos, escribe una página importante en la historia de la Grecia moderna pues tras declararse la independencia de Grecia de Turquía, la isla de Égina fue la capital de Grecia entre 1828 y 1829 y el gobierno se reunía en la Torre, a la que se dio consideración de edificio de Estado.



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