A las 9:30, salimos del hotel. Improvisamos y, cogemos por vez primera el autobús para entrar a Manhattan por el famoso Ed Kock Queensboro Bridge; para ello, esperamos el autobús Q32 entre las paradas de metro de Queens Plaza y Queensboro Plaza. Pero, 10 minutos después, en pleno puente, y ante un frenazo repentino, el conductor no detiene el autobús a tiempo y colisionamos levemente con el vehículo de delante. Afortunadamente no hay heridos y los daños parecen mínimos, pero debemos esperar a la policía antes de seguir camino. Tras el susto, charlamos con otros pasajeros, entre ellos una señora en sus cincuenta y muchos que dice que en más de 35 años tomando autobuses de N. Y. nunca había tenido un accidente en uno de ellos. Nosotros le contestamos que nos hemos accidentado en nuestros primeros 10 minutos en un autobús de N. Y, lo que no deja de ser curioso.
Al llegar a Manhattan, y con 40 minutos de retraso, nos bajamos en una
de las primeras paradas, la que está cerca de la Segunda Avenida, para
subir al teleférico (Tramway) que nos llevará a Roosevelt Island. Está
incluido en la red de transportes públicos de N. Y., con lo que el
acceso es gratis con la Metrocard. Tiene increíbles vistas al lado Este de Manhattan, los edificios de la ONU en primer término, con el East River de por medio. Resulta curioso conocer que viven unas 9000 personas en esta isla tan peculiar de forma alargada. Y que, desde 1800, por estar aislada de Manhattan, adonde no se podía acceder si no era en barco, albergó penitenciarías, hospitales para enfermos infecciosos con patologías mentales, de quienes, los habitantes de Manhattan deseaban sentirse alejados.
Después, volvemos en el teleférico a Manhattan y nos encaminamos hacia una de las visitas más deseadas de la semana: Museo de Historia Natural. No decepciona, hace las delicias de pequeños y mayores (a modo de resumen sumarísimo: la secuoya gigante, la ballena azul colgada del techo, la réplica de Lucy, nuestro antepasado australopiteco más famosa, los dinosaurios y el espectáculo 3D en la sala teatro.
Comemos en Cozy Hamburguers, por recomendación de unos amigos, unas genuinas hamburguesas americanas, muy ricas, por unos 50$ (cuatro personas) y de ahí bajamos hasta Washington Square Park.
Fracasamos en nuestro intento de subida al Top of the Rock. Habrá que volver a intentarlo al día siguiente.
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