miércoles, 29 de agosto de 2018

Nueva York barato. Día III

   Llegamos a Manhattan sobre las 10:00, con la intención de visitar Saint Patrick's Cathedral. Como coincide con la hora de misa, nos quedamos un rato a la ceremonia, porque se nos antoja una magnífica ocasión de participar de una experiencia neoyorquina de domingo por la mañana. Descartamos asistir la misa gospel en Harlem, aunque era otra de las sugerencias más apetecibles. A la salida de Saint Patrick's Cathedral, paseamos por los alrededores, nos acercamos al hotel Lotte New York Palace y nos hacemos unas fotos en el patio de la entrada. Si viajas con adolescentes, es posible que hayan visto una serie tan neoyorquina como TV Gossip Girl. Así que apreciarán poder incluir en la ruta turística del día algunos puntos elegidos por ellos. En esta web, encontraréis 19 ubicaciones más donde se rodó la serie. Se trata, por sí mismo, de un edificio singular, donde contrastan la antigüedad de las primeras plantas con el aspecto vanguardista que otorga el cristal y el acero (como sucede con la mayoría de los rascacielos). Su historia nos cuenta que las Villard Mansions fueron construidas por el magnate Henry Villard, que se arruinó y se vio obligado a venderlas. En 1980, tras una polémica sobre si debían o no ser derruidas, y ante el afortunado rechazo a la demolición por parte de las autoridades competentes, Helmsley Corporation (propietaria de las Villard Houses y de los derechos en altura del solar en el que se encontraban) aceptó el nuevo proyecto y mandó construir el rascacielos que se ve en segundo plano, respetando la construcción original de las mansiones.

   De ahí, otra vez al metro, rumbo al exclusivo Upper East Side, nos bajamos en Lexington Avenue esquina con la 86 St y recorremos algunas calles para tomar la temperatura del barrio, que está más bien apagado y desierto, pese a ser domingo por la mañana, o quizá precisamente por ello. Hemos descartado el famoso brunch, pero si ese es el plan que más os apetece, aquí tenéis un abanico de posibilidades que ofrece la web anuevayork.com 
   Nosotros optamos por la alternativa más económica de comprar comida para llevar y hacer un picnic en Central Park (si estás en verano en las inmediaciones de Central Park es posible que encuentres fuentes, chorros refrescantes o incluso piscinas, así que prevé llevar bañador, toalla y puede que unas chanclas). Hacer picnic en Central Park es otro de los topicazos neoyorquinos que no podemos dejar pasar, así que caminamos en dirección norte, dejando atrás el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir y a la altura de la 97th St Traverse, frente a East Meadow encontramos una zona que nos parece de lo más adecuada para sentarnos a comer, ya que el cansancio ha hecho mella en nosotros, pero si tenéis duda, en la web Voy a N. Y. os ofrecen hasta 8 ubicaciones perfectas para hacer un picnic en Central Park. 
   La siguiente parada era del gusto de los más peques. Se trataba de Lasker Pool, una piscina pública en la zona norte de Central Park, ya lindando con el barrio de Harlem. Para entrar solo hace falta llevar ropa de baño y un candado. Fue un paréntesis estupendo antes de seguir la ruta del día. Aún nos quedaba un paseo por Morningside Heights (nos quedamos boquiabiertos con la enormidad de la catedral de Saint John the Divine (en cuyo interior da la sensación de que podría jugarse un partido de fútbol; no esperéis verla terminada, según los planes más optimistas no se concluirá hasta 2050); la universidad de Columbia y Harlem (Sala Apollo, Outlet de Gap y rendidos de cansancio, un Mc Donalds). 
   
   
   

lunes, 20 de agosto de 2018

Nueva York barato. Día II

Por la mañana, visitamos la Estatua de la Libertad. En este caso sí que es aconsejable madrugar porque hay largas colas para acceder al ferry que lleva hasta allí. Nosotros no lo hicimos y sufrimos las consecuencias en forma de una hora de espera desde que nos pusimos a la cola hasta el momento de subir al ferry, rumbo a Liberty Island (Por cierto, hay que pasar control de seguridad antes de subir al ferry). En el New York City Pass se incluye la visita a la isla de la Libertad, pero si queréis entrar en el interior de la estatua y subir hasta lo más alto, la corona, es necesario adquirir las entradas aparte, y recomendamos que lo hagáis con antelación al mismo día de la visita, porque se suelen agotar. Preved que la visita a las dos islas: Liberty Island y Ellis Island llevará unas cinco horas, más el tiempo que destinéis a visitar el interior de la Estatua de la Libertad, si lo habéis decidido así.


   De Liberty Island el ferry te lleva a Ellis Island, donde se visita el Inmigration Museum (visita incluida en el N. Y. City Pass). Desde la llegada en barco, apenas caminando unos centenares de metros en dirección opuesta al Museo de Inmigración hay una vista preciosa del sur de Manhattan y su Skyline. El Inmigration Museum fue el centro de entrada de inmigrantes a los Estados Unidos desde 1892 hasta 1954. En el museo hay una exposición muy interesante sobre cómo fue durante décadas el acceso a E.E.U.U. de inmigrantes procedentes de todas partes del mundo. Hay paneles informativos que te permiten hacer la visita con autonomía. Aun así, existen visitas guiadas gratuitas al museo a diario, a cargo de agentes Rangers del National Park Service (puedes consultar su web en este enlace). La visita es en inglés y dura unos 40 minutos, muy recomendable. Cuando salimos, se nos había hecho tardísimo. Engañamos un poco el hambre tomando un perrito caliente en el ferry que nos devolvía a Manhattan desde Ellis Island.
   Habíamos pensado comer en Chelsea Market, pero dado lo tarde que se nos había hecho (ya eran más de las 17:00), encontramos un sitio antes que resultó un acierto: Gansevoort Market.
    Tras algo de descanso y con el estómago lleno, emprendimos la siguiente etapa. Se trataba de visitar Chelsea Market y desde allí recorrer el parque lineal de la High Line. El premio de final de camino era ver atardecer con el sol poniéndose tras los edificios de New Jersey. 

  
   

sábado, 18 de agosto de 2018

Nueva York barato. Día I

Hoy es nuestro primer día completo en New York. Usamos el desfase horario a nuestro favor para aprovechar bien el día y no nos cuesta madrugar.
Primera parada: Empire State Building, cuya visita está incluida en el New York City Pass (Con este pase se incluyen 6 atracciones al precio de 113€ los adultos y 93€ los niños) Y aquí tenemos que hacer un inciso: existen distintos pases que ofrecen "atracciones" agrupadas a un precio determinado, para visitar la ciudad, como si N. Y. fuera un gigantesco parque de atracciones y, en ocasiones, lo parece. Tenéis una comparativa de los pases en el excelente blog Loving New York. En el nuestro, entre las opciones que se ofrecían había dos rascacielos. Decidimos empezar con el Empire State Building a primera hora de la mañana y, como nos han hablado de las maravillosas vistas de la ciudad con las últimas luces del día,  reservamos The Top of the Rock (en el Rockefeller Center) para el atardecer del último día. Llegamos pronto y apenas hay colas para entrar, o eso parece, porque en el interior del edificio se acumula más gente de lo esperado, entre otras cosas, por el control de seguridad que se parece al del aeropuerto. A pesar de todo, en poco menos de media hora estamos arriba. 



Tras bajar callejeamos por la Quinta Avenida, entramos en Macy's a descansar en las butacas de la planta de zapatería. Se agradece el aire acondicionado a pleno funcionamiento. De ahí vamos hasta Pennsylvania Station, vemos los alrededores del Madison Square Garden y paramos a comer en un sitio económico donde dicen que hacen unas pizzas estupendas en New York. Se llama Pizza Suprema  y puedes pedir pizza entera o porciones sueltas de una gran variedad (5$ cada porción, 34 cada pizza).


Por la tarde, pronosticaban lluvia, así que cogimos el metro hacia el Upper East Side, donde se encuentra la Museum Mile o Milla de los museos. Descartamos el Guggenheim, The Frick Collection o la Neue Galerie New York para centrarnos en el Metropolitan Museum of Art. Los museos cierran pronto en general (sobre las 17:00) y por ser viernes, este cerraba a las 21h. (también los sábados cierra más tarde), lo que nos vino de maravilla. Aquí toca hacer otro inciso: aunque las entradas a algunos museos están incluidas en los distintos tipos de N. Y. Pass, hay que recordar que las entradas a estos museos (en concreto, el Metropolitan y el American Museum of Natural History) son libres y gratuitas, y se solicita a los visitantes un donativo para el mantenimiento del museo. Se expresa la cantidad del donativo pero el visitante puede optar por dar una cantidad distinta.


   El Metropolitan Museum nos tocó la fibra más sensible y nos causó una impresión imborrable. Poca broma con el Met: es el museo más frecuentado de Nueva York y está entre los cinco museos de arte más visitados del mundo. Posee más de dos millones de obras y serían necesarios varios días para visitarlo en su totalidad. Es difícil quedarse con unas cuantas obras. Empezaremos por decir que alberga en su interior un templo egipcio (la pieza más antigua de todo el museo), como consecuencia del desmontaje piedra y piedra y traslado en 1960 por la inundación del valle donde se hallaba originariamente. Se trata del templo de Dendur (construido en el siglo I, por encargo del emperador Augusto) y seguiría la misma suerte que sus tres templos hermanos: el templo de Debod  sería trasladado a Madrid, otro a Turín y el último a Leiden (Países Bajos). Por otro lado, el Met posee uno de los mejores fondos en arte africano y de Oceanía del mundo, cuya visita es más que recomendable.
    En su plantas superiores, el Met presenta tesoros sin fin, sobre todo pictóricos: entre los pintores flamencos, Jan Van Eyck, Rembrandt (con su famoso Autorretrato), o Vermeer (Mujer con aguamanil). Hay que destacar la presencia de los españoles El Greco, Velázquez y Goya. Y para finalizar, los impresionistas franceses Monet, Cézanne. También Van Gogh, con su obra Los girasoles.
   Del clasicismo, señalaremos el Hombre con arpa (en la foto), procedente de las islas Cícladas y con casi 5000 años de antigüedad; también en la foto, Cabeza de mármol de un general griego (siglos I o II d. C.). En cuanto a la Edad Media, encontraremos una colección de armaduras y armas que garantizan un buen rato a los más pequeños. En la parte inferior de la foto, a la derecha, aparece un ejemplo del uso libérrimo que hacen los comisarios del museo para exponer los fondos, y que, en nuestra opinión, sería impensable en cualquier museo europeo con fondos medievales. Se trata de dos piezas de origen diferente (hay un amplísimo repertorio de piezas medievales de arte religioso procedentes de Francia y España, y que han llegado a Estados Unidos por métodos cuestionables, cuando no directamente ilegales) En este caso, se trata de un tríptico pictórico deteriorado al que le falta la imagen inferior del cuerpo central. Se decide incorporar una talla en madera policromada de una virgen con el niño Jesús, imagen de la que el tríptico sería una especie de marco. Estéticamente, aceptable a los ojos del visitante; una atrocidad para cualquier aficionado riguroso a la historia del arte. Sobre la peculiaridad de los norteamericanos para entender el arte medieval europeo podríamos hablar también en un apéndice del museo llamado The Cloisters Museum (a algunos kilómetros de distancia del Met), pero de este tema no podemos hablar aquí. Volveremos sobre ello en otra ocasión.
 

    
  

lunes, 13 de agosto de 2018

Nueva York barato. Llegada

   Hablar de Nueva York barato es un claro ejemplo de oxímoron, porque no se le puede aplicar el adjetivo barato en absoluto. Pero si eres un enamorado de la ciudad que has visto desde pequeño en multitud de películas y series y decides que ha llegado el momento de ir, aquí se ofrecen una serie de alternativas que pretenden ser económicas.

   Estados Unidos es el viaje más importante que hemos hecho en nuestra vida, por lo que empezamos a planificarlo con muchísima antelación. Recomendamos al menos un año, para indagar sobre precios de vuelos y alojamiento para poder elegir la mejor opción. Decidimos  que viajaríamos en el verano, que es cuando acumulamos más días de vacaciones.  La primera decisión que hubimos de tomar era si los vuelos serían directos o con escala. Estuvimos comparando precios bastante tiempo y dejamos escapar alguna buena oportunidad (sobre el mes de noviembre) que más tarde lamentaríamos. Finalmente, compramos  los billetes (500 euros por persona, vuelo directo desde Madrid) a Air France en febrero para viajar a finales de julio en un vuelo operado por Delta Airlines, un gigante estadounidense, aunque una compañía desconocida para nosotros, pero que se reveló como un gran acierto (si viajáis con niños, disfrutarán de las atenciones a bordo, como pantallas individuales con gran repertorio de películas infantiles, almohada y mantita, dos comidas, y bebidas a demanda en las más de 7 horas de vuelo).

   La llegada a New York puedes tenerla prevista de antemano o decidir allí. Nosotros aterrizamos en el JFK Airport a mediodía. Habíamos descartado el shuttle (traslado en un vehículo privado, que puede ser o no compartido) por su alto precio y dudábamos entre el metro o un taxi. Pero como viajábamos dos adultos y dos niños, con maletas pesadas, optamos por el taxi. Nos costó 60$ al barrio de Queens, propina incluida.

   La elección del hotel también tenía su relevancia. Descartamos Manhattan para abaratar el precio y nos alojamos en una habitación cuádruple con cocina y baño individual en Home2 Suites by Hilton Long Island ubicado en el barrio de Queens (frontera con el de Long Island), junto a un nudo ferroviario, en una zona no muy bonita (no hagáis caso de su publicidad de vistas a Manhattan; las vistas existen desde la terraza, pero os decepcionarán). El hotel estaba cercano al acceso a Manhattan por el famoso puente Ed Kock Queensboro Bridge, a 5 kilómetros del acceso a Central Park por la W 57 Street (el que está enfrente del archiconocido Hotel Plaza). Cogíamos el metro en la estación de Queens Plaza donde dos líneas de metro diferentes te ponen en Manhattan en 20 minutos. En cuanto al transporte, nosotros hemos utilizado el metro y el autobús. La tarjeta Metrocard es muy recomendable. Por 29 $ por persona ofrece viajes ilimitados durante una semana.



   De manera que, tras llegar al hotel y dejar las maletas, nos fuimos corriendo y ansiosos al metro para plantarnos por vez primera en la Gran Manzana. El momento de subir las escaleras del metro y encontrarnos en Manhattan fue mágico. Aunque hacía muchas horas que habíamos salido de nuestra casa en España, aún nos quedaban fuerzas para pasear por la parte sur del Parque, tomarnos el consabido perrito caliente, pasar por delante de la fachada del Hotel Plaza y despejar nuestras dudas acerca de cómo sería la Torre Trump.



   Después de unas cuantas fotos, nos encaminamos a Times Square; eso sí, prevenid que la avalancha de gente que encontraréis a cualquier hora que vayáis no os quite parte de su encanto.





Historia de la antigua Roma 4

  Ibán Martín dedica el programa 32 al Mos maiorum (La costumbre de los mayores). Busto que se identifica con Catón en los Museos Vat...