lunes, 1 de agosto de 2011

Burundanga, buen teatro para el agosto madrileño


Estos días en el teatro Maravillas puede disfrutarse de una comedia aparentemente falta de pretensiones, ligera e intrascendente, pero que aborda un tema objeto de las reflexiones más sesudas y la principal preocupación de la sociedad española en las últimas décadas: el terrorismo de E.T.A.
Marta Poveda (conocida por el gran público por su papel en las televisivas Escenas de matrimonio ) y Mar Abascal (divertidísima y verdadero puntal sobre el que se sustenta la representación) encarnan a dos jóvenes alocadas compañeras de piso que consiguen un suero de la verdad para dárselo a probar al novio de una de ellas ya que, habiéndose quedado embarazada, quiere asegurarse de que el chico la quiere de verdad y será un ejemplar padre de su hij@.
A Eloy Arenas, siempre excesivo, le va como anillo al dedo su personaje de empresario catalán, antiguo militante en la lucha armada independentista y ahora nostálgico, cerca de su vejez. Completan el reparto Antonio Hortelano y César Camino, quienes construyen unos personajes delirantes, desastrosos como terroristas, a los que, claramente les viene grande el jaleo en que se han metido.
Los mejores momentos recuerdan Bajarse al moro, de Alonso de Santos o la escena de María Barranco y los terroristas chiítas en Mujeres al borde de un ataque de nervios. Galcerán se atreve a hacer humor con un tema, el terrorismo de E.T.A., que tan solo unos años atrás era tabú en la escena española (con la excepción de algún intento serio de Ignacio Amestoy, especialmente La última cena, en 2008, con la cual Burundanga parece compartir motivos argumentales, tamizados por un filtro humorístico).
Todos ellos hacen pasar un gran rato al espectador, sin exigir de él ningún gran esfuerzo, con un argumento que funciona gracias a la mano maestra de Jordi Galcerán, aunque los personajes en esta ocasión están faltos de profundidad psicológica y el humor, fácil y eficaz a partes iguales, se acerca al de un “sketch” de telecomedia. En resumen, una ocasión, de las no muy frecuentes, de disfrutar de buen teatro de estreno en la canícula madrileña.

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