viernes, 11 de julio de 2008

Manos blancas no ofenden - Festival de Almagro 2008 (2ª parte)


El uno de julio pasado se estrenó el nuevo montaje de la CNTC con dirección de Eduardo Vasco de este Calderón tan poco transitado en el hospital de San Juan, uno de los escenarios de Almagro menos agradecidos, quizá por su carácter de espacio abierto, amplio y, sobre todo, frío, en lo que a emoción teatral se refiere.
Sobre el preestreno puede consultarse la siguiente crítica en El País.
Nosotros lo presenciamos al día siguiente del estreno y destacamos, como es habitual en la Compañía, la gran calidad de la puesta en escena, el vestuario (de Lorenzo Caprile), la magnífica imbricación de música y texto y, sobre todo, la interpretación: el elenco de actores cumple ya su quinto montaje y se nota que los mecanismos están bien engrasados y funcionan a la perfección. En el coloquio con los actores y el director, al día siguiente de la representación, se planteó una cuestión interesante, la del posible abuso de la técnica del disfraz como recurso cómico, que puede transformar al galán en gracioso, conceptos que no podían mezclarse en absoluto en el teatro áureo. Eduardo Vasco contestó que en numerosas comedias del siglo de Oro hay, al menos, un galán que tiene ribetes de gracioso y, por tanto, no se traiciona al texto haciendo menos galán al galán transformándolo en gracioso, buscando la complicidad del público del siglo XXI, necesariamente distinto del del XVII. No estamos de acuerdo del todo. Admitimos que Eduardo Vasco ya le ha sacado mucho provecho a la utilización de galán como gracioso en, por ejemplo, Las bizarrías de Belisa, de Lope de Vega, pero en este caso se trataba del tercer galán, no del primero. Además, el papel de criado gracioso en Manos blancas.. le corresponde nada menos que a Toni Misó, a quien hemos visto hacer graciosos desternillantes (por ejemplo, el rústico criado de Del rey abajo ninguno, de Rojas Zorrilla)y sabemos de lo que es capaz. Pues bien, aquí nos parece su papel de gracioso, desdibujado, "frenado", desaprovechado más allá de alguna zapateta extemporánea. Se ha sacrificado a un gracioso por aupar a otro que no lo era en el texto de Calderón. Por eso, incluso para el público del siglo XXI chirría que el galán-gracioso se quede con la dama al final de la función. No sabemos si por este motivo o por otro, el recibimiento por parte del público del nuevo montaje de la C.N.T.C. fue tibio, por no decir frío.

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